Y TODAVÍA LOS GORRIONES ME DAN PALABRAS GRATIS…

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Y lo mismo me da si de una u otra forma todo ha de ser igual
Olvidé que te quise, hacer caso de ello sería así o asá
y todo ya es incierto. Porque sí, te olvidé
Me lo dio por perdido el resultado de las malas cuentas
La ocasión y el lugar no eran el margen
y las cosas, todas las cosas, me castigaron a la vez
Te di mucho más de lo que pude darte en la desmedida de la entrega
caracoles perdidos en laberinto de creencias
Mis pies fueron peonzas en tus campos secos
y tu molino fue un torniscón del viento en el resumen de todas las memorias
Matraca inoportuna o murga sin música
Me aferré a esa ocasión de los silencios en sensación de dar palos de ciego
propagué la tristeza, me aferré a la palabra
di pelos y señales del amor a mi conciencia herida y así supe que dar
dar es un paso en balde o un fracaso físico que te desmorona el aliento
Me di permiso y pie de carambola para crear milagros
y fue buena la soledad para crecer a trozos de repente
Por chiripa, consideré elevada la inocencia
la libertad, lo que me di en ese instante que la vista
refleja en las señales. Curé las puñaladas
y en el «dar que decir» no dije nada
sentí que había amado y me di la razón de conversar con los remedios.
Así di, doy, sigo dando rienda suelta a las ideas y apenas hice ruido
Me curé tus sablazos. Me di a la Poesía, a Barrabás a Belcebú,
a los Ángeles…
Me acurruqué en los sueños, discurrí sobre el bien
abaniqué pecados, me di a la buena vida
me fugué a la Gandinga y me metí en el mar
hasta tocar la luz de las profundidades
y aprendí de los peces,  a distinguir cuáles son las señales de la vida.
Me di, me di a pensar, me di a querer, te di los buenos días
y me dejé ver por la calle que lleva a los jardines.
El limpiabotas me dio betún a los zapatos
y dialogué con los gorriones de la plaza
ellos fueron los que me hablaron de la necesidad de las palabras.
Ahora, me doy cuenta que tengo una pared de frente
me azoto de cachetes cuando me enfado o cuando no sonrío
y se da el caso, que las manos se me van al pecho
como dándome golpes  de «mea culpas» incompletos, vagos
Y no, no me confieso, sólo sé dar saludos sin importancia
a la buena de Dios y perdonando siempre
sin darle tono al aire, aunque sí «tiempo al tiempo»
Luego, me doy una vuelta a la redonda no quiero hacerme el feo
de olvidarte. Recordar que algo es bueno, aunque fuera malo…                                                                     

©Julie Sopetrán

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~ por Julie Sopetrán en 16 julio, 2015.

 
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