Libro: EN HITA HOY ES OTOÑO Y SE OYE EL MAR (Premio Ayuntamiento de Guadalajara – España)

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Siempre pensé que detrás del Cerro de Hita estaba el mar. Esa sensación la he vivido intensamente. En mi adolescencia, escribí este libro que presenté al concurso de poesía que convocaba el Ayuntamiento de Guadalajara (España) Premio Ramón de Garciasol, Ciudad de Guadalajara 1989 de poesía y teatro en su VII edición. Esta ha sido la primera y la única vez que mi tierra ha premiado mi poesía. Es tal vez por eso, que ha sido un premio que me ha hecho feliz.  Fue publicado en la colección “Avena Loca” y el libro tiene 76 páginas. Lo incluyo en mi blog para que mis amigos que me lo han pedido más de una vez, y no he podido dárselo, porque no tenía ejemplares, puedan ahora leerlo aquí.  Por cierto la edición que se hizo fue muy poco digna y pobre por parte del Patronato Municipal de Cultura.  Fue una de esas veces que mandas un libro a un concurso y te olvidas que lo habías enviado. Y fue una sorpresa para mí, cuando me comunicaron que este libro había ganado el primer premio de poesía en este certamen. Se hizo entrega de los premios Buero Vallejo y Ramón de Garciasol, en un acto celebrado en el Ateneo Municipal en Diciembre de 1990, donde se presentaron los libros ganadores. La edición se agotó rápidamente, tanto es así, que sólo me quedaba un ejemplar y, afortunadamente, alguno más queda en la biblioteca de Guadalajara. Creo.  Ha sido un libro sin pena ni gloria, no sé si se ha leído en Hita, aunque sí tienen algún ejemplar en su Biblioteca. No es un libro muy fácil, pero tampoco demasiado abstracto. Me dio mucho gusto saber que el Profesor y Poeta, Fernando Borlán, así como el Historiador Herrera Casado, entre otros autores, hicieron comentarios muy positivos de mi obra en los medios provinciales.  

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 EN HITA HOY ES OTOÑO Y SE OYE EL MAR
Libro de Julie Sopetrán   – Poesía – Colección Avena Loca
Patronato Municipal de Cultura
Ayuntamiento de Guadalajara – España
Premio de Poesía Ciudad de Guadalajara 1989
ISBN.: 84-505-9443-XDepósito legal: GU-97/1990  

Para Sava,
desde el mágico
silencio de Hita.
 

PRIMERA PARTE 

Azules y marrones son mis ojos
como el mar y la tierra.
 

1 

El mar me está llamando,
el mar suena en Castilla cada tarde,
la multitud es sorda
hay que salir al viento
escalar los castillos del silencio
y mojarse de espinas y de cardos
y sangrar en las manos el vaivén de las luces.
 

2 

¿Pero quién es el mar, qué voz gritando llora
en mi cuerpo de tierra,
en mi ansiedad de ola,
en este paso quieto de llanuras
donde el dolor se quema en la triste mirada
de las sencillas cosas, tan cambiantes,
como el ácido adobe
que en las ruinas de Hita se deshace en camino
reafirmando el barro
y la vieja costumbre de bajar la cabeza,
de mirar hacia el valle
en busca de un arroyo cancionero
que me diga quien es
por qué me niega el juego de sus manos
cómo canta en las noches su boca entre las piedras?
 

3 

Somos como de lumbre
rojo alquitrán que aviva los tejados
y florece paisajes
cual marrones estepas
que ensoñaran la voz de la ternura
cuando se deja el beso entre la aliaga
a veces floreciendo sin más luz que la espina.
 

4 

Les grito a los chaparros que borren del camino
mi improvisado cuerpo,
la perpetua extrañeza,
el sufrimiento de la triste sombra
del rostro que es ajeno cual amor de ceniza,
voy buscando la luz entre el yerbajo:
rayos desintegrados
caídos de amoratadas nubes a los surcos
como flechas tiradas
por la fuerza invisible de la eléctrica altura…
tropieza mi esperanza
que derrama colores por las amelgas vírgenes
del barro irreparable
donde es lumbre el afecto y la caricia
donde tal vez se pueda desordenar la forma.
 

5 

Hay barro en el camino
o tal vez son mis pasos,
que hoy pisa los colores con la nostalgia al hombro,
calcando van dolor e la materia
y no sé por qué dejo
entre el agua y la arena mi latido
cuando lo apresa todo la poderosa nada
que estruja mi lamento en su carencia.
 

6 

Cobijamos tormentas del último suspiro
y por nuestras canales
van corriendo las penas:
regueras de la vida goteando
sobre cada ilusión y a cada instante;
porque tú no me nombras es techumbre el olvido
y hay paredes pintadas de tristeza
en mi aposento blanco…
Oigo lo canalones sonando en el silencio
de los arpados techos
y todo se parece en la distancia
a tus nubes de paso:
es la irónica voz indiferente
que descariña el tiempo
como si fuera muerte.
 

7 

Si estás lejos, no entiendo
por qué suena tu esencia en mi latido
por qué me llamas luego para darme
el gesto de la luna en tus ardientes labios…,
somos como la teja
barro cocido al fuego de la sangre
deshaciendo ilusiones bajo la ardiente lluvia.
 

8 

Sólo la flor sabe
convertirse en luz:
si al menos los cerezos recogieran los besos
o limpiaran los surcos de semillas
tal vez en nuestra hechura
sangrara la tristeza hasta morirnos
como sangra la llama que no puede encenderse
porque lo impide el odio con sus manos.
 

9 

Pero no lo sabemos, se desfigura el rastro,
no sabemos si vamos
o venimos del tiempo
pueden ser las dos cosas que en una se desdicen:
latidos que susurran emociones,
la despiadada queja
del amor que despierta las propias soledades…
puede ser el lamento:
alarido que brama eternamente
para que todo tenga
el debido contraste de la historia
el dolor o la dicha de la misma ignorancia.
 

10 

Abejas voladoras
que voláis los espacios del suspiro
hasta encontrar los labios de las rosas:
volad mi alma-reina por todos los colores
y al perfume festivo
de este día viviente que deslumbra,
dadle mis sentimientos, llevadlos a otro enjambre…
 

11 

Todos estamos lejos
somos antiguos pasos desterrados
vagando entre las sombras
saltando los abismos,
huyendo de la muerte entre las cosas;
acortamos zancadas, recorremos horarios
y encadenados vamos al martirio.
 

12 

Golpes como de azada
me suenan en el pecho,
variedad de sonidos que al instante se olvidan,
pero hay uno más fuerte entre mil cientos
que avisa tu presencia,
uno como de llanto, pulsativo,
capaz de darle al viento su queja silenciosa
en la muda palabra de deseo.
 

13 

Recuerdo cuando niña
aquel viejo peral yerto en la huerta,
tan arrugado y tierno, tan canoso…,
tan jubilado en tierra yerma y fría,
yo lo llamaba barca bajo aquel cielo raso
y trepaba su cuerpo,
eran remos sus ramas, nos perdíamos siempre
inventábamos mares para la soledad.
 

14 

¿Es que el amor no existe?
Me lo digo al oído: “te lo inventas”,
que entre palabras dulces
el corazón se rompe
y todas las campanas lo repiten,
pisada tras pisada nos soñamos
gritando en el vacío la patentada duda.
 

15 

Somos como de teja
cubriendo nuestro caos,
dejando que las voces del otro nos resbalen
como lluvia caída en tierra ajena.
Y vamos a lo nuestro
igual que van los pájaros al árbol
a meditar el tiempo que mueve entre las hojas
la niñez del amor tan desvalida…
 

16 

Me hiero de preguntas
una lluvia de voces me cala todo el cuerpo;
por la piel brotan flores con espinas:
gotas de agua perdidas resbalando misterios
y no sé si la vida
me podrá responder a tanta queja:
no hay ecos que sugieran por dónde va el camino.
 

17 

Salí de mi paisaje, me adentré en la ciudad:
busco seres humanos
saber que no estoy sola,
la calle de respuestas a mis formas de ser,
la sensación de alivio me rezuma esperanza
en el desasosiego turbulento
de la falta de espacio;
salí como los niños en busca de gorriones
para jugar un rato
a ser acompañada por el vuelo
de las variadas formas:
esos ritos del gesto indiferentes
o la dulce y fugaz sonrisa sin respuestas.
 

18 

No hay paisaje que llene
la cavidad del alma, lo supuesto,
este afán de sustancia
que envuelve la materia
buscando en otras formas, la entidad
que una y rompa palabras y contactos
de este imposible sueño de los seres humanos.
 

19 

Dime amor por qué callan
las piedras tu amargura,
por qué grita la noche como perra aulladora
cuando todo en silencio me describe
la clave de tus pasos,
dime de tu paisaje: el de tus ojos,
cuéntame esas historias dolientes de tu alma
para que así podamos compartirnos.
 

20 

Está lloviendo afuera
escucha las canales solitarias
cómo juntan las manos, cómo rezan,
cómo llegan sus voces al templo de la historia
y atesoran recuerdos:
esencia y pensamiento que no cesan
de remover el aire que tú y yo respiramos.
 

21 

Afuera está lloviendo, vayamos hacia dentro
dejemos nuestras cruces
de madera en el agua
que a este dolor de siglos tan agudo
se le inflama la sangre y corremos el riesgo
de manchar las paredes tan tristes y tan blancas.
La montaña de Hita
tiene espacios dormidos: podemos pasearnos
por arabescas cuevas
hasta llegar a un fondo esperanzado:
huella griega o romana
o un latido cantor de sentimientos
que nos lleve a la orilla de nuestros propios mares.
 

22 

¿No ves aquellos árboles?
Choperas del Badiel: verdes palmadas,
el rumor de sus manos
suaviza el pensamiento
la rasa sequedad de las llanuras
y este afán desolad de la tierra
de mostrar su esqueleto en los arados surcos.
 

23  

Hoy te invito a subir
a caminar las sendas
a escalar los silencios que habitan el castillo
a llenarte los pies de calcitrapas
a beber de los vientos
esas luces que asoman por las nubes
rozando con sus puntas las curtidas arrugas
o estas ruinas de piel que nos delatan…
 

24 

Cuando se ama la vida
se acortan las distancias
y el paisaje me apunta soledades.
Estoy cerca de todo y siento en solitario
que he de cruzar la nada
para saber que es cierta esta locura
de mirar y estar ciego y vivir y estar muerto.
 

25 

Porque cruzamos ríos de repetidas horas
que nos parecen nuevas
pero que no sabemos
si es un afán de estreno recordarlas
o acaso revivimos el tiempo interminable
continuando ayeres que se cruzan
como nudos de lana
en la alfombra tejida con esmero:
por una cara el caos
por el anverso el arte de la sin par belleza
y entre la niebla el sueño,
especie de ilusión imaginaria
la idea fantasmal de nuestra esencia;
somos Demonio y Dios.
 

26 

He subido la senda
superficie de cantos y de cuevas
que llevan a la altura
al sillón azulado
donde los vientos hablan dulcemente…,
mi cuerpo se deshace entre las nubes
y he vuelto hasta la aurora a recordar el fuego.
 

27 

Como hojarascas secas
del monte entre las piedras
se me esconden las horas sin volar los tejados
y en mi tacto se quedan las heridas
del tiempo no vivido:
son los vuelos del alma mutilados
que pintan las paredes de mariposas blancas
para alegrar la cárcel de la tierra.
 

28 

Escuchando la queja
del áspero paisaje de los años
me adentro por las calles silenciosas
y busco en los rincones, dentro de la muralla,
la voz enternecida
del profundo sentir de los ancianos
que todavía cuentan sus historias de amor.
 

29 

El mar está cantando: llegan aquí sus tonos
su coro alegra el alma,
el silencio se inquieta,
no sé si los pastores de Castilla
habrán oído el tumbo y la resaca
del ondeante brindis: voz y luz murmurando
remolinos al viento,
boliches del azar, juegos de manos,
aleluyas de fondo
en la comba mortal del ganaypierde…,
no sé si habrás sentido
como yo estoy sintiendo sin palabras
la voz de lontananza entre lo labios.
 

30 

Frías como las cumbres
mis manos buscan tactos para el miedo,
tantean los espacios,
presienten el refugio
la infinita hermosura de tu esencia
el por qué de un relámpago en el cielo
y van, van recreando la seda de tu calma.
   

SEGUNDA PARTE 

Ni azules ni marrones son mis ojos
que son verdes si canto
y son negros si lloro.
 

31 

Porque sólo en el tacto
la comprensión se afirma:
absoluta llanura donde se esconde el agua,
caudal dulce de cerro y de camino
que voy bebiendo a tragos:
me deleita el sabor a piel curtida,
placer del sentimiento que rezuman los surcos
cuando suspiran fondos las estepas.
 

32 

Intuimos espacios,
se nos rompen los poros de la piel,
se esparcen las palabras por la sangre,
palpamos nuestro barro, la inacabada forma,
la máscara y el mito
que transmite la música del alma
a
l trashumante gozo de mirar las estrellas. 

33 

Y aunque no lo sabemos repetimos el pulso
del ayer señalado,
del hoy sin voz, perdido,
del mañana que apunta hacia el oeste
y vamos igual que aves polares, por la orilla
de este creado invierno tan cortante
tan aterido y yerto
tan sin nadie apuntando mi dilucida espera,
mi afán de compañía
por el rato que dure este momento,
el nuestro, el de la vida,
el de los sentimientos que se cruzan
para encender un fuego que deshiele el planeta.
 

34 

Acaso sólo importa
la solitaria sombra que e fija
en el hombro cansado
de la doliente tierra,
Pero hay otro paisaje de emociones
otro rosa en la nube con más sangre:
sol quemando la noche en la piel de los cuerpos.
 

35 

Cerro abajo los vientos
me recogen tus besos:
latido de parcelas como manos que ofrecen
las rosas del deseo encarcelado,
derroche de perfumes
que van de adentro afuera de la casa
pozos-frascos de esencia para el más puro amor
besos m trae el aire de tus flores…

36 

Porque hay un jardín tuyo
entre mis pobres ruinas de castillo
entre los trigos secos de Castilla,
entre esas muecas tristes de mi serio paisaje,
entre el grito angustioso
que dice el grajo a las sordas hormigas…
jardín para crecernos tu luz y mi luz juntos.
 

37 

Importa lo que somos en un puño de tierra
madurando la espiga
de nuestro ser de siempre,
importa lo que hacemos, lo que dan nuestras manos,
lo que piensan los ojos cuando miran
el solitario espacio de la tarde,
importa el sentimiento
la repetida infancia, el juego limpio,
lo que canta el silencio
entre las secas pajas del rastrojo:
importa lo que se ama
porque es en el amor donde se sabe
la dimensión del tiempo, la fuerza del relámpago.
 

38 

Se transparenta el soplo
de tu aliento, cual suspiro de mar,
que me va cortejando
el paso del camino
y yo no sé por dónde se va el tiempo
quién rompe en los espejos caracolas
y rasga el velo índigo de tus nítidas aguas…
 

39 

Es porque el mar nos llama
su voz se oye en Castilla,
en las puertas de Hita se ven acantilados
manos abriendo playa en las espigas:
añorados delfines
saltando al sentimiento de la duda
o al imposible sueño de creernos más puros
de hacer de esta campiña otro paisaje.
 

40 

Inventaré el amor
como se inventa el arte de estar vivo
en una tierra yerma y desolada,
pero a lo ya inventado como el viejo Ocejón,
ni siquiera la nieve
podré darle en mis ojos al mirarlo
y cuando no lo vea… yo quisiera saber
¿qué inventará la muerte?
 

41 

Ha escampado y las tejas rezuman soledades
no hace falta decirte
que hoy no cana el mochuelo,
el silencio serena con su tacto;
las flores que alindaban las rejas de la tarde
han roto sus cristales en las charcas
y en la plaza, la fuente
nos describe su queja, llora como los niños
cuando no tienen sed
y por la fuerza beben esperanzas
hechas de padrenuestros
los que manda rezar siempre la abuela
para que no se pierda la fe ni las costumbres.
 

42 

En la quietud de piedra
que de repente grita su agonía
y nadie le responde,
ni siquiera el silencio
que pudiera atrapar entre su manos
las florecidas muecas de otros siglos
cuando la luz tallaba tu escultura en mi cuarzo.
 

43 

Lumbre de un barro viejo
quemado por la lluvia
es tu mirada plena de mares turbulentos
saturados de tierra, tus pupilas
van dejando al paisaje
ese juego de niños tan humano
cual rueda de colores que deleita al sentido
y gira por el tiempo su tristeza.
 

44 

Mientras crece la luna
y se va yendo el día por Mohernando,
déjame que te diga
cómo ésta pesadumbre me serena:
contemplo los perfiles de las pequeñas lomas:
pálidos terciopelos
que dan a cada cosa un tono gris
o el toque reflexivo del minucioso tacto.
 

45 

En Hita hoy es otoño, los campos están limpios
los rastrojos quemados
enlutan las parcelas;
con sus risueñas manos de arlequín
el viento alborozado remueve la ceniza:
la luz recorta sombras, siluetas de los pájaros,
sus cuerpos de pavesa,
sus diminutas plumas confirman la quimera
de este ser pasajero
que en otras manos parecidas danza
y no hay alternativa
somos materia removida, barro,
juego quemando paja, pajarillos sin alas.
 

46 

Me consuelan los niños
juegan en el petril a ser mayores,
tienen hambre de tiempo
ganan y pierden limpio,
conmovedoramente me acorralan
nombran la soledad, dan al paisaje,
esa dicha de infancia que es voz clamando vida.
 

47 

Los chopos de la tarde
tienen las manos juntas
le están contando al agua amores más tiernos,
rezan porque son monjes solitarios
con túnicas doradas…
con sus limpias sandalias de madera
suben hasta mis ojos a mostrarme cordura
y me hablan del amor y la belleza.
 

48 

Niños, chopos, la luna
todavía sin luz la noche espera,
el paisaje es más hondo en la llanura,
las empedradas calles humedecen su piel
y los perros contemplan
el paso de un fantasma que no es amo
es sólo una quimera vagando en nuestra sangre.
 

49 

Me falta el mar, los búhos hipnotizan mis sueños
entre sus ojos magos,
como en un lago en calma
se reposan las fuentes del misterio
porque en los viejos pueblos lo importante es vivir
lo que de veras cuenta es nuestra suma
este dolor de esencias:
cueva viva en la astuta mirada de cristal
que inmóvil nos acosa
girando la cabeza hacia la espalda
para ver si nos siguen
aquellos pensamientos olvidados
cuando la luz teñía de candidez el alma.
 

50 

El reloj de la plaza
irrumpe con su voz de peregrino
no tiene prisa y corre
dice todas las cosas
y calla porque sabe llegar pronto
al injusto retraso del olvido
monologa en mi pecho su frase interminable.
 

51 

Porque el tejado cubre
formas de ser que son
adictas a lo viejo, porque es rústica el alma,
la querencia de ser libre sin serlo
o esas contradicciones:
cruces atravesadas en las horas,
porque nadie las cura sangran su libertad
esclavizando espacios de la tierra.
 

52 

Olivo y jabalí
alga marina y pez sobre la arena,
me falta un mar para Castilla, fiero,
fiero como las fieras de los montes de Hita,
un mar que traiga olas
y separe pasados de nacientes
y sacie esta sed brava de río y de barbecho.
 

53 

No sé si te he contado que cuando subo al cerro
me bullen las palabras
cual si fueran colores,
se desatan gavillas encendidas
por la luz del paisaje y no sé adónde voy
con esta fuerza dada en la memoria
que llega al corazón
y se desborda en verso como un soplo divino
caído sobre piel de violeta:
voz o néctar del alma,
prosodia de los dioses que se esconden
que gritan sus ardores y pronuncian sus cantos
en este cuerpecillo de poeta.
 

54 

Me dominan las musas
soy del viento que mueve rima y ritmo
voy de paso cantando
al son de mi lirismo,
los afectos me trovan dulcemente
me entrego a ese lenguaje que es belleza
y dolor y dulzura y sonido y silencio…
 

55 

Una vez te conté…
que en este secadío,
en la sarga del alma voy pintando mi llanto
hasta que venga el mar con su relente
a borrarme la pena
que la aridez dibuja sin saberlo
como si fuera un cuerpo de sed, enloquecido,
buscando sepultura entre mis brazos.
 

56 

Se va el día, las nubes,
cubren los techos con sus prendas rotas
y tejen con sus lanas terrenales
ese temblor perdido que no es sombra ni sol
es la calma que suena
en todos los albores de la tarde,
el pasajero “adiós” jamás reconocido.
 

57 

El sol se va y acuden presagios presurosos,
se pasea la luna por el cerro:
por el jardín de nubes,
una estrella se asoma por Trijueque,
presiento que la noche, se preñará de sueños,
y palparé en mi pulso henchido y fuerte
la brisa del recuerdo,
porque la noche invita con su paz roedora,
invita a meditar
que estamos vivos y que pasamos lejos…
me acercaré a tu almendro
-placer de mariposa entre tinieblas-
para volar espacios de arcillas y de algas.
 

58 

Una voz rediviva
suena por los rincones de las cuevas,
es el mar que nos llama,
porque sabe que somos
hecho para movernos en la espuma
para estar en el fondo como piedras.
Somos para el insomnio: la duda y la palabra.
 

59 

Bombillas de muralla:
planetas solitarios,
airecillo de sierra perfilando el invierno,
¿qué me traes en tu alforja, pastor de las cañadas,
dónde está Doña Endrina
dónde Juan Ruiz se ha visto por la villa?
Entre las ruinas crecen las máscaras sin ojos
que otras noches sin luna, todos vemos.
 

60 

Es un canto que llora
mi vieja tierra castellana,
un canto de mujer y hombre encerrados:
paisajes del olvido, prolongada materia
que arraiga en el espíritu…
Tierra de anchos sembrados
apunta en tus cuadernos que soy tuya
igual que las cosechas que se pierden, y vuelven
a llenar nuestras sombras.
  

FIN       

Hita, está situada a unos 27 kilómetros de Guadalajara capital, aproximadamente tiene trescientos habitantes, es un pueblo seco, frío, de Castilla, su calor está escondido en los hogares, su agua en algún pozo que todavía queda, su encanto se encuentra en los bodegos aparentemente abandonados, el Ayuntamiento está estudiando recopilarlos como base de su conjunto histórico. Su grandiosidad la ostenta el recuerdo de Juan Ruíz, Arcipreste de Hita y su alegría medieval, la celebran los Festivales de Teatro Medieval el primer sábado del mes de Julio, creados por el profesor, Don Manuel Criado de Val. Su cerro es emblemático, coquetea con el Pico del Ocejón y con La Muela y El Colmillo de Alarilla. Según se baja por la carretera de Torija a Torre del Burgo, se puede observar su belleza ancestral en una orografía que no es precisamente montañosa sino suavemente ondulada. Mirando al cerro cónico, se adivina lo que fue castillo. Y subiendo a sus ruinas, ya en la cumbre, se puede contemplar el paisaje más bello que puede ofrecernos la Nueva  Castilla, hoy Castilla La Mancha. Visitando Hita, el cerro es mágico como la subida de sus calles hasta la iglesia. De la iglesia hacia arriba, la tierra te invita a recorrer sus cuevas y lo que fueron en tiempos, esas casas de tierra habitables, sus bodegos.  Hita hay que patearla, recorrerla en un día de otoño. Te aseguro, viajero, que en ella encontrarás el mar. Ese mar de los símbolos de abismal trayectoria, donde solemos encontrarnos los más románticos.  Hice unas fotos que hoy comparto, para darte a conocer la inspiración de mi libro, la Musa Hita. En su bajada, encontrarás El Monasterio  y El Cercado de Sopetrán, también El Molino, donde el Agua todavía dice mares.  En la primera foto, puedes ver una cueva; la segunda es desde una de sus calles, un auténtico balcón, desde donde el paisaje tiene otro significado; dos panorámicas más de Hita donde las nubes hablan, y nos cuentan los estados de ánimo.

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Comentario publicado en EL DECANO DE GUADALAJARA, el día 12 de Diciembre de 1990.
En la sección de POESÍA.
UN POEMARIO BIEN CONSTRUIDO

Autor: Fernano Borlán

Aunque tarde, ha aparecido el libro de Julie Sopetrán «En Hita hoy es Otoño y se oye el mar» que fue premio de poesía Ciudad de Guadalajara 1.989.
Es un hermoso libro de poemas. No siempre estamos acostumbrados a que los libros premiados tengan la calidad estética que posee el que hoy reseñamos.
Es un poemario formalmente bien cnstruido. Mantiene una constante unidad rítmica y temática con sutiles matices en cada poema.
Verso blanco con ritmo de silva se desliza sonoro, acariciante, recurrente según el tema:
«El mar suena en Castilla cada tarde»
«Les grito a los chaparros que borren el camino»
o
«Somos antiguos pasos desterrados» , etc.
Las aliteraciones, acopladas al contenido semántico, dan al verso una musicalidad inusual.
Por otra parte, la metáfora continuada Castilla-Mar sirve a la autora para adentrarse en su intimidad, que es la de todos, y hacer una descripción poética de este nuestro paisaje
«Está lluviendo fuera, vayamos hacia dentro»
Y más tarde
«El mar está cantando: llegan aquí sus tonos».
«No sé si los pastores de Castilla
habrán oído el tumbo y la resaca»
Pero no se trata de un libro paisajístico. Es un libro intimista de amor o desamor lleno de la profunda melancolía de quien busca en las cosas elementales y en las primeras raíces un remanso de paz.
«y aunque no lo sabemos repetimos el pulso
del ayer señalado,
del hoy sin voz, perdido».
A pesar de estar repleto de abundantes y bellas metáforas, de atrevidas rupturas semánticas, y de una ambigüedad buscada, estamos ante un libr5o que posee una difícil sencillez.
Es un poemario logrado, y en una lectura más profunda, se intuye en él un rechazo a esta sociedad urbana cada día más hostil y más materializada.

Fernando Borlán
Profesor de Literatura Española

 

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10 respuestas to “Libro: EN HITA HOY ES OTOÑO Y SE OYE EL MAR (Premio Ayuntamiento de Guadalajara – España)”

  1. I love Clouds… Thanks Margaret!

  2. Such different clouds… Nice photography 🙂

  3. Maravilloso realmente bello
    Gracias por compartirlo
    Un abrazo

  4. He vuelto a leer tu libro, me siento grande de ser tu amigo, gracias por darnos la riqueza que llevas dentro. abrazos mil, bendiciones siempre.

  5. Yo quiero saber sobre un àrbol de parque, que tiene la hoja verde de un lado y del otro es plateado medio aspero; es un àrbol hermoso, yo le tengo mucho cariño porque estaba en la estancia que yo me crie. Desearia que me envien fotos y el nombre. Estaba en un campo de Chascomùs Provincia de Bs. As. Gracias muy amables. Mercedes.

  6. Julie, Esta mañana nos ha presentado Juan Ramóm. Cuando me has dicho donde podía leer algo tuyo, estaba con la curiosidad de llegar a casa y meterme en tu pagina. Solo he podido leer «En Hita hoy es otoño y se oye el mar». Me ha encantado. Es mucho más especial al leer sobre un lugar que conoces y seguiré leyendo cosas tuyas. Nos veremos másveces por esas tierras.(17/01/11)

  7. Julie, me gustó mucho tu primer libro, ahora que tuve la oportunidad y después de conocerte, lo siento mucho más, enhorabuena!!!!, ya vendrán más reconocimientos, abrazos.

  8. Sí, es cierto lo que escribes Julie. He estado en este lugar maravilloso. Y no sólo se huele el mar sino que Hita es un Volcán dormido disfrazado de Cerro Castellano. Que sueña con despertar de su letargo y gritar con piedras y lava que existo.

  9. Qué envidia sana me das Julie Sopetrán de vivir en esa tierra donde el mar se siente tan cerca. He leido esta obra y me ha conmovido tanto que algún día iré a conocer Hita en persona. Por cierto quién es Sava? los mencionas al principio del libro como dedicatoria. Gracias anticipadas, espero respuesta a mi pregunta. Un saludo a todos los enamorados de la tierra que huele a mar.

  10. …Y la tierra de anchos sembrados se hizo mar, igual que la espuma que se pierde y se vuelve roca. No sabia que en Castilla hubiera mar, es una buena metáfora. Yo tuve suerte y conozco el mar y su olor. Pero ahora conozco el sabor de tu poesía con olor a tierra mojada. Gracias por tu trabajo y continua con él. Somos muchos que te seguimos desde el mar.

Gracias por tus palabras

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