UN HAMBRE OSCURA
Vuelvo a casa
unos en su sitio
aunque parezcan vacíos los espacios.
Un temblor en la sala parece hablar en ruido
espanta la noche desnudando la carne
a la luz de la media luna crecida en fríos.
No los veo, vienen a dar las buenas noches
a recibir ausencias
conocen las sillas de madera y esparto hinchado
por las humedades reprimidas
en los rincones más oscuros se sientan
miran los pechos como si jamás hubieran mamado madres.
Y son ellos, todos, los que se quedaron
para verme morir de hambre
en la penumbra.
©Julie Sopetrán